El Smartwatch está muriendo, ¿todavía lo necesitamos?
Ya nadie quiere tener un smartwatch, eso ha quedado bastante claro después de que alcanzáramos el pico de interés por este tipo de wearables hace un par de años atrás.
Recuerdo cuando se comenzó a hablar sobre este tipo de dispositivos, y como los veía con especial ilusión a la vez que imaginaba lo bien que podrían llegar a compenetrarse con los smartphones.
Pero todo esto fue efímero. Ahora mismo me cuesta dar una razón por la cual deberías llevar un smartwatch de 250€ o 300€ en tu muñeca, y es que después de cuatro años entre nosotros su evolución es prácticamente nula.
Mi Moto 360 (segunda generación) me sigue siendo medianamente útil, no lo voy a negar, pero siento que no tiene ningún uso más aparte que del que le doy, y que es el mismo que podrías darle tu.
Es decir, tener una vista más rápida de las notificaciones que recibo, registrar mi actividad física, controlar los perfiles de sonido de mi teléfono, controlar la reproducción de la música que escucho, y quisiera decir más cosas, pero la verdad es que esto es prácticamente todo lo que hace un smartwatch.
Al principio la gente me preguntaba cual era mi opinión sobre este tipo de dispositivos, mi respuesta sin dudar era que si podías deberías pensar en comprar uno.
Esa respuesta ha variado mucho, ahora tiendo a decir que es un lujo caro, es un gadget que te aportará algunas cosas pero, no es algo indispensable que debas tener sí o sí.
¿Por qué digo esto?, porque por mucho menos dinero podemos conseguir un buen fitness tracker que nos ayude a mantener un registro de nuestra actividad física, algo que a su vez es una de las características más útiles de un smartwatch.
Entonces, ¿por qué gastarse más dinero, si por unos 100€ menos voy a tener lo mismo e incluso, en algunos casos, con mejor rendimiento?.
Ahora mismo el mercado de los relojes inteligentes está sumamente segmentado, en uno de los extremos de estos segmentos están el Apple Watch, un producto que al ser de Apple tiene su propia historia independiente, y que son los que más «éxito» están teniendo.
En el otro extremo están los fitness trackers, todos esos medidores de actividad que de una manera, más o menos, especializada nos ayudan a registrar nuestra actividad y progreso físico.
Y justo en el medio de esos extremos están los smartwatches con Android, los cuales se encuentran en un terreno donde parecen no hacer ni una cosa ni la otra, y con un precio que cada vez es mayor.
Lo peor del caso es que ni la tan esperada, y demorada, actualización a Android Wear 2.0 ha mejorado esta situación. Todos esperábamos mucho de esta actualización, pero mi apreciación personal al respecto, es que no es más que una lavada de cara a medias, donde han cambiado un poco la interfaz para que todo sea vea un poco más bonito.
Aparte de esto poco más, el uso y la funcionalidad sigue siendo la misma, y cada vez se echa más en falta una mayor integración con el smartphone. ¿Es que a nadie se la ocurrido poner una opción, en el smartwatch, para activar o desactivar el ahorro de batería del teléfono?.
Un smartwatch ahora mismo es un compañero muy limitado, donde si queremos hacer cosas relativamente básicas, y que deberían ser parte de la funcionalidad por defecto del dispositivo, tenemos que irnos a Google Play para ver si existe una aplicación que permita hacer eso, o bien recurrir a servicios como IFTTT.
El smartwatch nunca llegó al estatus de ser un must-have, y parece que no lo hará, no al menos en corto plazo. Motorola ya se ha desmarcado del sector, Samsung por su propio camino y el resto de los fabricantes sacando nuevas versiones que aparte de una mejor estética no ofrecen más nada.
Voy a cumplir ya dos años con mi Moto 360, y sinceramente nadie me ha dado argumentos de peso para renovarlo. Se queda en mi muñeca, aunque más por costumbre que por necesidad.