Deadpool: Coñas y toñas con el sello de Marvel

Marvel sabe lo que se hace con Deadpool. Sabe que “vende” superhéroes. Pero también sabe que una amplia mayoría de su público hace mucho que dejo de ser un mocoso de mama o un adolescente invadido por el acné. Y ahora, que la tecnología y los efectos especiales lo permite, Marvel le vende nostalgia a una generación que no quiere crecer. Vende una excusa para llevar a los niños al cine a ver una película que en realidad quieren ver ellos. Vende un pedacito de infancia en delay. Marvel vendía y sigue vendiendo sueños… ahora, al niño que llevamos dentro.

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Pero ahora, en la gran era de las películas de super héroes, algo chirría durante el visionado de todas ellas. Sí, algo falla. Todo tiene un tufillo a naftalina, a cartón piedra. Y tardas en detectar de donde viene el olor… No, no son los efectos especiales, que eran ante el desastre y picota de este género… sino la esencia. Es como volver a ver hoy, de grandecitos, el “Equipo A”. Con la inocencia e ilusión infantil de aquella edad pasada, fácil era de entender que todos se dispararan y zurraran y que explotaran hasta las flores y los gatos, o que los coches dieran mas vueltas que la campana de una iglesia... y que, nunca, nadie jamás de los jamases, resultara herido de gravedad.. o muerto. También asimilábamos como “lógicos” los discursos y acciones de los “buenos”... discursos y acciones moralistas, cuidadas, predecibles, pulidas... y educacionales hasta la arcada.

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Y hoy el público adulto, aunque quiera sentirse niño por dos horas, la inocencia ni recuerda ya cuando o en que bar la perdió. Y todo le suena raro. Desde el vocabulario con sus recorcholis y carámbanos cuando tal guaperas le aplastan el pie con un martillo o le matan al mejor de tus superamigos... hasta las bromas y guiños malos… Todo plastificado y aséptico.

Por eso tiene sentido Deadpool. Marvel no es tonta, y sabe del riesgo de mancillar el honor de sus edulcorados superhéroes con tacos, sexo, blasfemias varias y violencia explícita. Sabe del riesgo que supone que no se le de el signo de “apto para todos los públicos” a una de sus superproducciones de superhéroes de reluciente sonrisa Hollywoodense. Riesgo económico sobre todo, que es el que más duele.

Por eso Marvel se saca de la manga a Deadpool. Un superhéroe de segunda fila, sin hordas de fans histéricas bramando si se modifica una línea del guion, o si algo se sale de lo políticamente apropiado. Un superhéroe, y una película, con la que contentar a los miles de seguidores que devoran pelis de superhéroes cansados de medianías y pelis para niños. Que ni quieren, ni necesitan, protección ni paños calientes. Que desean y anhelan, más o menos a escondidas, una película de superhéroes abierta y decididamente para adultos.

Deadpool

Y eso viene a ser Deadpool. Una gran jugada de Marvel y una gran noticia para los adultos aficionados a esto de capas y superpoderes. Una peli de superhéroes como todas las demás de Marvel… pero llena de violencia, humor y sexo explícito.

Deadpool es, sospecho, su banco de pruebas. Tantear el terreno sobre algo que Marvel ya sabe… Y si la aceptación moral y de taquilla (sobretodo de taquilla) de este experimento por parte de la hipócrita sociedad americana es buena… vendrán más. Y las futuras películas de superhéroes de primera fila se impregnaran de este aroma de sangre y sexo.

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